Desde aquí mi humilde homenaje a ese gran ser de Guatemala que ha dado su vida por la verdad: Rodrigo Rosenberg.
Basta ya de mentiras, de manipulación, de engaños, de “camuflar” aparentes beneficios para nuestra salud que en realidad sólo esconden una verdad: codicia, manipulación y mentiras muy maliciosas y lamentablemente conscientes. No me refiero sólo a los laboratorios farmacéuticos con sus famosos “visitadores” que todos hemos visto a las puertas de los ambulatorios, esperando “cazar” a sus presas: los médicos, prometiéndoles el oro y el moro, la televisión de 89.000 pulgadas de alta definición, el crucero a las islas más selectas, el apartamento dúplex, el vehículo último modelo y todo eso sólo a cambio de una cosa: prostituirse como personas para “cazar” a su vez a los pacientes, que además de pacientes estamos dormidos, sin importar eso que muchas veces dejamos de leer y que precisamente se ha de tener en cuenta, como la minúscula letra de cualquier contrato, crédito, pagos aplazados, es decir, cualquier herramienta que la élite utiliza para mantenernos dormidos e hipnotizados, para así poderse alimentar mejor de nuestra energía, de nuestra sangre, de nuestra vida. Me refiero a las contraindicaciones de los medicamentos-veneno-adictivos (por ejemplo el flúor, que se utiliza para matar ratas y resulta tóxico) y por supuesto también me refiero a los medios de comunicación, que favorecen la creencia en la enfermedad en lugar de hacerlo en la salud, cualidad innata de cualquier ser humano, de cualquier ser vivo. Basta ya de prometernos la eterna juventud a base de venenos o de placebos, que enriquecen sus bolsillos. ¿Es que no veis, que las cremas anticelulíticas que anuncian las promocionan modelos anoréxicos o que no sufren de celulitis, porque no comen nada o lo mismo que el resto de la humanidad? No digo que no haya seres honestos que elaboran productos con amor. ¡Claro que sí! Pero no salen en televisión, ni en revistas glamurosas, ni se venden en los centros que anuncian la primavera como si de una patente se tratase.
La codicia la encontraréis en todas partes, camuflada, siempre escondida...Desconfiad de los anuncios, desconfiad de todo lo que os genere hipnosis, adicción... Apagad los televisores, recuperad la comunicación con la familia, con los amigos. Salid a la naturaleza. Bailad. Practicad algún ejercicio físico. Y sobre todo intentad a toda costa, no servirles de alimento ni nutráis sus bolsillos más. Buscad médicos alternativos, cuánticos, terapeutas, buenos profesionales que aman lo que hacen y que utilizan el dinero como un simple medio y no como un fin. Que tratan a las personas de una forma global, no a trozos ni a plazos. Como decía Hipócrates: “No existe la enfermedad, sino el enfermo” ¡Tenéis poder! ,¡Tenemos poder! ¡Podemos hacerlo!¡ Somos libres! Busquemos entre todos aquellos aspectos que nos unen y no los que nos separan. Eso es lo que quieren ellos: dividirnos. Divide y vencerás. Buscad la información. ¡Basta ya de andar dormidos! ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de filtrar lo que vemos, lo que oímos! Es hora de confiar en personas despiertas e incluso de ayudarles con nuestro granito de arena. Todos llevamos un jedi en nuestro interior. ¡Basta de ser ya sus marionetas! Yo ya no lo soy ni lo seré jamás, ¿Y vosotros, qué pastilla elegís: la roja o la azul?
Sgael
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