Ya se ha iniciado y no hay quién lo pare. Por muchos chemtrails que pulvericen a lo largo y ancho de todo el planeta, seguramente con un elevado porcentaje de flúor entre otros metales pesados, para “aletargar” y “adormecer” al guerrero de luz, que todos los seres humanos llevamos en nuestro corazón. Por muchos “infiltrados” seguidores de un régimen apoyado por Israel y Estados Unidos, que se cuelen en la plaza, donde seres inocentes y muy valerosos, manifiestan su protesta, su Basta Ya a la opresión, a la corrupción, a la violencia, a la manipulación y a las violaciones constantes y reiterativas de todos los derechos inalienables de todo ser.
Esos seres pacíficos, llevan en su interior el arma más poderosa: el amor. Mientras los infiltrados van armados, para agredir, para matar lo que ellos no tienen, los seres más valientes y pacíficos, se enfrentan a esos agresores, sin miedos, ni siquiera a perder sus propias vidas en arras de algo más grande que todos ellos: un país más sano y justo, un mundo distinto y mejor para que sus hijos y los hijos de sus hijos, puedan vivir y disfrutar de equidad, de salud, de armonía, de paz. Donde todos ellos puedan hermanarse con todos los seres buenos e inocentes que habitan este bendito planeta, en el que unos “invasores” y “violadores” de los derechos humanos, establecen su sistema de destrucción, mientras se creen poseedores de toda la vida que existe en este planeta y en otros mundos. Se nombran a ellos mismos jueces de una injusticia manifiesta, día tras día.
Comenzaron por bloquearles las comunicaciones. Primero Internet, después los móviles y no satisfechos con ello y viendo que se les iba de las manos, porque la libertad es un derecho divino regalado a todos los seres humanos, a todos los seres buenos, a todos los humildes, recurrieron a sus tácticas habituales: la destrucción por el placer de destruir. Y mostraron su espada sangrienta. Y siguen mostrando su miedo, con los chemtrails y otras estratagemas, que de nada les van a servir. Esta vez no. Porque la revolución del amor está servida. Servida por unos seres sencillos, héroes del día a día, seres humildes con un gran corazón, con una fe extraordinaria y sin miedos.
Así que deberíamos aprender todos de ellos y unirnos de una vez por todas, todos los seres humanos, como ellos han hecho en todo el mundo, más allá del color de la piel, de los credos y de cualquier cosa, porque todos somos Uno y nuestros corazones son del mismo color y laten con la misma fuerza y pureza: la que brinda el Amor.
Bendita revolución del Amor y benditos sean nuestros hermanos egipcios y todos nuestros hermanos de este planeta que han tenido valor para iniciar el gran cambio.
Desde aquí todo mi amor y respeto para ellos.
Sgael.
jueves, 3 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario